De FRANCISCO ALVERO, EL JUGLAR DEL AMOR Y LA LIBERTAD
I
Mujer, preñada de corajes y
coplas estrelleras,
Zapucay exultante que estalla aquí
en mis venas.
Como eterna y dulce primavera,
Tu sonrisa alegre
me embelesa!
Voluptuosa mujer,
sol trashumante,
Princesa de ensueño,
siempre anhelante.
Convencido estoy de amar la huella,
Que ambos vislumbramos a la
legua .
Huella de amor, de lucha
apasionada,
Que en tu sonrisa, mi amor, se
me agiganta.
Al galope y sin aliento, yo te
presiento ,
Bebiendo el fragor del corazón.
Mujer, entraña de guitarra
compañera,
Que desborda mis
ansias de amante y de poeta.
Ardiente manantial en tus
labios y cimiente,
Que mientras se derrama, yo
bebo lentamente!
Al amarte así, no sé si
estoy soñando,
Pero al soñarte, mi cielo,
sin duda, te estoy amando!
Recitado:
"Mujer, entraña de
guitarra cancionera,
Que anida aquí en mis venas,
te entrego mi cantar
Y es que te sueño, te
anhelo, y te deseo,
Pegadita aquí a mi
pecho, con tu latir sin igual.
Si acaso alguna noche, muy fría
y muy lejana,
Escuchas un quebrando ,
mezclado en mi cantar
Será que no
te veo, será que no te tengo,
Aunque estés en todas
partes, ya no te puedo abrazar.”
II
Mujer, silueta de guitarra
enamorada,
Quisiera contigo cantar a la
alborada.
Venciendo cara al sol,
cualquier temor,
Pletóricos de goces y de
amor.
Apagando y encendiendo
anocheceres,
Derretiremos dulces y bellos
atardeceres.
Mujer, entraña de guitarra cancionera,
Aquella que me alumbra y me
desvela, como en la noche aquella,
Susurrándome las
melodías más dulces y guerreras
Por eso es que te abrazo, como
pulsando una estrella
Y quisiera tan sólo en un beso
prolongado,
Sellar nuestro amor como en un
pacto, de eterno canto. Nada más.
Mujer, entraña de
guitarra compañera,
Si me miras, se erizan ya
mis venas,
Devorándome esas ansias
inmensas y sinceras,
De besarte y abrazarte sin
barreras!
Quiero tocar la cuerda
exacta de tu corazón,
Para componer juntos
una elegía de amor.